martes, 26 de abril de 2011

Mediodia

Te extraño de noche y mediodía
medio día, todo el día
te pienso en cada segundo que mi boca se seca
te suspiro a cada pulso sobre mis ojos
mis fríos ojos sin tu mirada
tu mirada, apabullante,
total, implacable.

Te extraño de madrugada,
cuando despierto turbado
y escucho tu voz en la oscuridad,
y el calor me asfixia,
y veo tan distante tu recuerdo más cercano,
tu recuerdo de hoy,
tu aroma enredado en mi cuello,
tu sombra marcada en mi pecho,
tus palabras atadas a mis piernas,
a mis manos.

Tu fotografía en la alfombra,
a la luz de la hoguera,
al pie de la luna,
al lado de mi cama,
al final de la almohada
al principio de mi pensamiento,
en la punta de mi boca.

Te extraño esta tarde,
esta tarde de frios calores,
te recuerdo en cada nube que veo pasar,
en cada canción que oigo inundar el sitio,
en cada paso de amantes derretidos unidos,
en cada suspiro de los seres vivos,
en cada segundo que se quema,
en cada ladrillo que veo,
en mi mente unida a la tuya,
en mis venas que se aferran,
en mi oído frio sin tu cobijo,
en mis brazos sin ti.

Tienes los pétalos abiertos

Desnudo tus pensamientos,
y me cobijan y los tomo y los bebo,
tus brazos me atrapan, me mojan,
me congelas el alma,
me calientas nuevamente
con los susurros del atardecer.

Suspiros de chocolate,
aliento incandescente,
sabia que brota de tus labios,
mis labios,
mis versos derritiéndose en tu vientre
granizando por toda la cochera,
envueltos en hojas mantequilla
escritos con miel en la ventana,
grabados en tu piel y en la mía,
escurridizos por tus piernas,
los atrapo y les digo que vuelen
que te toquen, te hablen,
te hagan mía.

El placer deslizándose
desde la fina punta de tus dedos
hasta el último de tus quebrados cabellos,
tus tobillos desnudos, llenándose de aire,
los muslos mordidos, por la jauría de mis besos,
mi boca como maquina inquebrantable,
todo el placer de un instante.

Tienes los pétalos abiertos,
tu estigma de amapola
esperando mi estambre de rosa,
deja que te deshoje,
uniéndonos en una sola semilla,
floreciendo.
Eres el  mármol de mi escultura,
soy el  lienzo de tu pintura,
somos el blanco de la fotografía,
el pentagrama de nuestras notas nunca tocadas,
toquémonos armoniosamente,
nuestros intervalos prohibidos,
tensos, como tu cuerpo a mi tacto,
justos,  como mi pecho dentro de tus brazos.

El placer escurriendo,
recorriendo entera, ceñida a mis labios,
sellada,
irreductible,
inolvidable,
espuma por centímetros,
calor en tus partes, olor perdurable,
parpados cerrados,
me adentro en tu ser,
y te asfixian mis palabras,
deja que el sigiloso
recorra por todas tu hebras.