domingo, 26 de junio de 2011

Te amé desde que te ví nacer en mis ojos

Te amé desde que te ví nacer en mis ojos,
mientras mis tibias manos te esperaban.

Te amé desde que extrañe tu murmullo,
desde que, asfixiado en mi mismo,
sabía del camino de tus venas a través de tu cuerpo…

Te amé en esos momentos lejanos,
en  esas montañas sombrías,
en mi alma partiéndose en mitades,
en el desierto frio,
en mi mente buscando la tuya,
en mis suspiros buscando alivio,
alivio con tu mirada,
extrañamente ausente,
esperando ojos en que encallar,
labios en que morirse.

Te amé.

Y te amó.

En esta llovizna fresca,
en estas lanzas agudas,
en mis dedos viajeros por tus llanuras,
en mi hambre de ti,
de la pieza perdida.
Te amé acomodada en mi pecho,
dormida en mis labios,
en segundos ausente,
en milenios presente,
sentada en las ideas,
en abrazos totales,
en kilométricos viajes,
en noches húmedas,
en tardes salvajes,
a escondidas,
expuestos,
íntimos…

Te amé cuando dijiste que me amabas,
cuando la luna total nos llenó,
cuando cayeron las hojas en tus hierbas,
cuando hirvió tu sangre en mi boca,
cuando sudamos por los mismos poros,
cuando descubrimos caminos,
cuando en bosques orientales
te dije que te amaba.

Te amé en
bosques, parques,
lagos, estanques,
ciudades, calles,
tiendas, salones, autos,
plazas, casas, patios, bardas,
pechos, piernas, brazos, manos, labios, ojos…..

Te amé
mientras no podíamos vivir sin nosotros
nosotros somos,  somos nosotros,
otros, desde que nos amamos,
y el tiempo fluye en grandes caudales,
y pasan los meses como horas,
y las horas como segundos,
y los segundos como besos profundos;
y ya no puedo dejar de contemplarte,
y estoy amarrado a tu abrazo,
unido a tu mejilla,
untado en tus piernas.


Te amé cuando comencé a extrañarte…
te amé desde que te ví nacer en mis ojos.